En astronomía tendemos a clasificar objetos por algunas similitudes y así vamos entendiéndolos mejor, en la década de 1910, el astrónomo aficionado Henry Draper tenía una enorme cantidad de espectros de estrellas que no hacían sentido alguno, entonces mujeres de su entorno se ofrecieron a ayudarlo a clasificar esos espectros. Esto llamó la atención del director de Harvard, Edward Pickering, quien invitó a este grupo a trabajar para la universidad en lo que se llamó “Las Calculadoras de Harvard”
Originalmente, los tipos espectrales fueron definidos por letras del alfabeto: A, B, C… Conforme avanzaba la clasificación, algunos tipos se refundieron, y con ellos sus letras, luego, los diferentes tipos espectrales se asociaron a la temperatura de las estrellas y se ordenaron en temperaturas decrecientes. De este modo, quedó la moderna serie de tipos espectrales: O, B, A, F, G, K, M.
Los códigos mnemotécnicos para recordar esta clasificación son; en castellano “Otros Buenos astrónomos Fueron Galileo, Kepler y Messier” y en inglés “Oh! Be a Fine Guy/Girl And Kiss Me”.
La serie ha sido recientemente extendida hacia temperaturas menores con dos nuevos tipos espectrales, el L y el T. Los tipos O tienen temperaturas superficiales de al menos 30 000 kelvin. Los tipos fríos llegan a temperaturas por debajo de 2000 K. Cada tipo espectral está dividido en diez subtipos que recibieron números del 0 (el más caliente) al 9 (el más frío).